miércoles, 15 de diciembre de 2010

La sangre es muy llamativa

Hoy ha sido un día complicado. Mis jefes está preparando un proyecto porque, con el nacimiento del bebé, serán 4 niños y ella prevé dejar su trabajo actual y trabajar como freelance llevando la gestión de dos guarderías y una ludoteca infantil, así podría estar en casa y organizarse según lo necesiten los niños. Lo cierto es que para cuando nazca el bebé, Miguel irá al cole, así que tampoco sería tanto cambio: seguiría teniendo a dos pequeños en casa. Yo creo que ya está cansada de la empresa, pero no ha hecho ningún comentario al respecto, a mí me sorprende que haya aguantado tanto, son lo peor. Ella es eficiente, práctica y más discreta no puede ser. Como hay días en los que está de baja, estoy acostumbrada a cuidar de los niños con ella, pero si el que está en casa es su marido, siempre se crea un pequeño caos. Los niños lo ven como una novedad, como un domingo, y ya no hacemos nada, ni escribimos, ni les enseño cosas, ni cantamos. Miguel se pone nervioso y quiere captar la atención de su padre como sea y el padre, que está ocupado preparando papeleo, no puede atenderle como por las tardes o los fines de semana, así que al final, acaban algo agobiados los dos. 

Se ha puesto a desayunar en el salón, viendo las noticias y jugueteando con Ana, mientras Miguel le demostraba todos sus magníficos poderes. En un segundo de descuido, mientras mi jefa y yo estábamos en la cocina, se ha armado la grande. Los niños han empezado a saltar, a él casi se le cae la taza de café y la primera reacción ha sido ponerla a salvo, Ana no ha aguantado el equilibrio y ha caído del sofá al suelo. Brecha al canto. Y sangre por todas partes con el llanto de la pobre resonando en nuestros tímpanos. Miguel se ha asustado y también se ha puesto a llorar. Y nosotros, intentando aguantar el susto para que no cundiera el pánico general, pero lo cierto es que estábamos muertos de miedo: corriendo se le ha llenado la cara de sangre y la toalla con la que la cubrimos parecía la de un quirófano. Todos para urgencias. Al final no ha sido nada importante, era una herida superficial, le han echado puntos, pero los 3 nos hemos pasado todo el día sin hablar. Mi jefe estaba muy afectado, se sentía muy culpable y aunque es un padrazo y los fines de semana se desenvuelve con los tres de puro gusto, lo cierto es que cambia mucho la organización y el chip de los niños de un día laboral a uno en fin de semana y a veces es difícil controlar la situación. Aún me acuerdo yo del día en el que a Marcos, en el parque, le empujó otro niño y se hirió la barbilla y las palmitas de sus manos. Creo que a escondidas, lloré yo más que él. Han pasado casi tres años de aquello, pero creo que si veo al niño que lo empujó sabría reconocerlo, lo he buscado con la mirada en las filas de su clase por si estaba en su mismo colegio.


Y con todo el lío de día, no me ha dado tiempo a pensar en mi móvil y en cierta persona. Pero no me ha llamado más, ni me ha escrito ni nada. Y yo dejé la conversación a medias. ¿habrá cambiado de idea con respecto al café? ¿pensará que me molesta y no me va a llamar? Ay!!! ¡no tenía que haberlo cogido!

2 comentarios:

  1. Marina,

    Hace 10 minutos dejé un comentario a tu entrada en la que contabas la llamada de tu ex y su invitación a un café, pero, al enviar el mensaje, me ha salido un mensaje de error que decía "esa página no existe" y ahora no veo ni tu entrada ni mi comentario....¿¿¿O_O???... He hecho algo mal? Te llegó mi comentario?

    Besos Marina. Y mucho ánimo.

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  2. Hola Mer, ¿Ves las entradas ahora? Si no es así te agradecería mucho que me lo confirmaras y de paso me dices qué habías escrito, ¡que me muero de curiosidad! :-)

    Un beso

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