domingo, 9 de enero de 2011

Fin de semana infantil

El viernes por la noche llamé a mi jefa y tenía algo de fiebre, así que ni corta ni perezosa le dije al marido que se buscaran plan para el fin de semana porque yo me iba a encargar de los niños. Creo que al pobre casi se le saltan las lágrimas de emoción y aunque no me dijo que sí de forma inmediata, sé que les hacía falta. 

Ayer por la mañana a las 10 en punto estaba en la casa cargada de los regalos que los Reyes me habían dejado en el piso para mis niños y aunque sé que ya han recibido sus regalos pensaba que en cuanto los vieran se iban a volver locos y así fue, pero ¡por verme a mí! vinieron los 3 con sus pijamitas de muñecos a recibirme gritando de alegría con los brazos abiertos y yo lloraba como una tonta. Son los mejores niños que me podría haber tocado cuidar yo creo que aún teniendo los míos propios nunca serían tan buenos como éstos. Marcos viene más alto, se ve que tuvo un poco de fiebre por el frío de Bilbao y ha dado un estirón. En cuanto mis jefes se aseguraron de que iba a estar bien, de dejarme dinero, la nevera llena y darme millones de datos complementarios, se marcharon y empezó la fiesta. Los niños se sorprendieron de tener un 4º regalo (creo que sus padres lo están haciendo maravillosamente bien, no son niños caprichosos, ni consentidos. Pidieron algunas cosas y les han traído algunas sí y otras no y los niños no han protestado, al contrario han compartido todo y jugado, lamento compararlos con los hijos de D que son caprichosos, egoístas y han pedido y les han traído tantas cosas que no tendrán tiempo para todas)
Los Reyes le trajeron a Ana un Pocoyó dulces sueños, muy suavito se le ilumina la carita y tiene música de nana. No lo soltó en lo que restó de día; ella colaboraba rompiendo papel de los demás regalos, pero con el Pocoyó a cuestas. Miguel flipó con la guitarra a teclas, el micrófono y la radio, todo de colores y de su altura. Rápidamente repartió entre los hermanos y se pusieron a bailar y cantar, ¡fue tan divertido! Y Marcos, tan formal, abrió su regalo: un maxi libro de cuentos con una casa diferente para cada historia. Trae el estuche unas piezas de madera muy bonitas para construir todas las casas del libro. Este regalo era algo arriesgado: Miguel es el artista de la familia, Ana es una niña tranquila, pero Marcos es tan ordenado y pensador que tira más por otros derroteros, así que tampoco tenía muy claro cómo iba a reaccionar con el regalo, pero creo que ha sido todo un éxito. Ya decía Miguel con los ojos abiertos como platos:

- Yo soy tu mecánico, ¿vale? cuando necesites un tornillador, ¡yo te lo doy!
De modo que, mientras Marcos observaba las casas en el libro de cuentos, le iba a pidiendo a Miguel "la pieza grande azul" o "la puerta roja" y Miguel disfrutaba acertando siempre con la pieza.
Se nos pasó el día volando, almorzamos y nos pusimos a bailar y cuando me vine a dar cuenta era la hora de la merienda. Después nos pusimos a hacer collages con pintura de manos y pronto llegaron el baño y la cena. Me puse un dvd de dibujos animados pero lo cierto es que con ese ambiente familiar no me costó nada dormirme. 
Hoy me desperté descansada y con muchas energías para disfrutar de los niños y de una mañana tan soleada, así que nos fuimos al parque, ví que han abierto un local con comida orgánica (algo me había contado A en pleno entusiasmo, pero yo andaba en mis pensamientos) así que compré unas crudités que los niños devoraron como auténticos ratoncitos y unos rollitos de patata con brocoli y calabaza que desaparecieron por arte de magia. Yo no soy tan "orgánica" y como al lado hay también un local de bocatas camperos, me pedí uno para mí porque estaba viendo que los niños se habían puesto las botas y no íbamos a volver a casa para almorzar. Cargada de galletas, botellitas de agua, toallitas húmedas y kleenex aprovechamos para darnos un paseo hasta que nos llamaron los papás. Mi jefa tenía mucho mejor voz que el sábado por la noche cuando llamó para saber si estábamos bien y habían pasado el finde en un hotelito muy romántico con spa. 

Nos reunimos en casa, tomamos café mientras los niños jugaban y estuvimos hablando de todo un poco hasta que salieron Marcos y Miguel con una caja grande de regalo diciendo que la habían dejado los Reyes para mí. Sorprendida, eché una mirada inquisidora a mi jefa que sonreía mientras acunaba a Ana y ayudada por mis pequeños me dispuse a averiguar qué se escondía debajo del papel 
¡Me han regalado un robot de cocina! Yo lo había estado mirando tiempo atrás en el Corte Inglés porque comparado con los precios de La cocinera o el Chef 2000, éste costaba 100 Euros; pero finalmente, puse internet y el dinero de una cosa lo pasé a la otra. Qué guay. Ya  me voy a poder hacer mis guisoteos, aunque trae un libro tan grande que de aquí a que empiece me va a llevar algo de tiempo. Me ha hecho tanta ilusión que he encontrado una receta de un pastel por internet y ahora mismo se está haciendo. Mañana lo llevaré para el desayuno. 

¡Que tengáis un feliz lunes!

1 comentario:

  1. Hola Marina, guapa

    Vaya finde tan estupendo que has pasado con tus niños!! A mí me encantan los niños y los tuyos parecen unos muy especiales y se nota que realmente te quieren.

    Me han hecho mucha gracia sus reacciones y comentarios con los regalos que tú les hiciste por Reyes. Esa chiquitina con su Pocoyó sin soltarlo y ese Miguel y su "tornillador" ayudando a su hermano mayor Marcos. Son geniales!!

    Espero que te encuentres más animada y que este finde con tus niños te haya venido bien para ello.

    Un besote

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