jueves, 26 de enero de 2012

sábado, 14 de enero de 2012

¡Sorpresa!

Se supone que, después del esfuerzo que me ha costado madrugar, debería estar estudiando. Pero mientras desayuno, os escribo y así desconecto un poco de la psicología cognitiva... Lo cierto es que me he alegrado mucho de escoger esta carrera (bueno, después de todo es que casi me elige ella a mí porque no me planteabla estudiar otra cosa si no era un master o algo así). Es una manera muy interesante de entender mejor cómo tratar a los niños aunque debo reconocer que yo hacía cosas por instinto que me funcionaban muy bien y han resultado ser acertadas. 
Hace días que no veo a los niños (desde el día después de Reyes) y están super altos, desafortunadamente o afortunadamente (no lo sé) las cosas han cambiado un poco entre nosotros: nos seguimos queriendo muchísimo, pero es verdad eso del roce hace el cariño y ya están más acostumbrados a otro ritmo sin mí. Yo también me siento emocionalmente más independiente de ellos y eso también puede ser bueno. Supongo que tener un trabajo en oficina con más adultos me hace sentirme más integrada y me da opción a socializarme mucho más. Y desde el accidente tengo más amigas jajaja. He pasado de los bebés a la tercera edad, ¡si es que no hay palo que se me resista!
Resulta que ayer, tras llegar de la oficina dispuesta a darme un super baño, ponerme musiquita y prepararme una sopita para cenar (sí, habéis leído bien: ahora como diferente ya que hay alimentos que no digieron bien por mi asuntillo de colon y lo cierto es que estoy más delgada) Fue soltar el bolso y sonar el timbre, pensé que era un cartero comercial, pero no: eran mis amigas testigo.

Señora 2: - ¡Marinita, hija, abre! Que venimos a verte!
Yo : - O.O 
Señora 1: - Dale más, que la puerta no se abre!
(Efectivamente, de la sorpresa aún no les había abierto, pero tampoco estaba muy segura de querer abrirles) ¿Quién va de visita sin avisar un viernes por la tarde? Ellas.

Señora 1 y 2 (unísono) : - Oohh qué delgadita sigues, ¡qué guapa!
Yo: - Gracias, ¿qué tal estáis? Qué sorpresa de veros por aquí
Señora 1: - Es que estábamos viendo la novela  de los tiempos revueltos y Adela estaba haciendo roscos, total que hemos pensado, pues cuando termine la novela, nos pasamos a verla. 
Señora 2: - Mira, te traemos unos rosquitos muy buenos para que lo comas.
Yo: (no los puedo comer) Ay, qué detalle, muchas gracias, pero no teníais que traer nada. De todas formas es que no debo comer cosas así, no me viene bien.
Ahora viene lo bueno...
Señora 2:- ¿Cómo que no?¡ pero si están riquísimos, cómo no te van a venir bien!
Yo: (quién me mandaría darles tantas explicaciones) Por lo del daño en el colon, que no me recomiendan comer dulces y grasas y muchas cosas
Señora 1:- ¿Pero estos no tienen grasa, eh? Que los ha secado todos en papel de cocina, vamos, que lo he visto yo...
Yo: - Umm... muy bien. Entonces... ¿ una infusión, un zumo, un café?
Señora 2:- ¡Ay qué maja es! Pues nada, ponnos un café con leche, pero clarito, eh?
Mientras yo iba a por el café, empezaron a contarme la novela (que me interesa bien poco) y cuando llegué justo para servirlos, zas!
Señora 1: - Marina, ¿cómo llevas el juicio?

El juicio es mi tema desagradable y como no me gusta pues lo ignoro para no pensar en él, por lo que cuando lo nombró me entró un escalofrío por el cuerpo...

Yo:- Ehmm, bueno, ahí va.
Señora 2:- Es que si es el día dos, nos tendrás que decir, porque yo no sé cuando me toca ni nada...
Y esto ya me dejó más muerta todavía a mí no me había llegado notificación de nada ni mi abogado me había dicho nada del día 2.
Yo:- Perdón, ¿¿¿¿qué dicen????
Señora 1: - Que nos ha llegado una carta, para el juicio antes del día dos. 
Yo me quedé muerta. Total, que ni infusión ni nada, estuvieron casi cuatro horas (!!!!) de cháchara en casa preguntándome por todo, si tenía novio, si no me sentía sola para pasar a decir frases como: "¡anda que no se está bien sola!, eh?  Le das alegría al cuerpo y después haces lo que quieres. "
Al final conseguí que se fueran diciendo que tenía que salir y que las acercaba yo a casa.

Señora 1:- Eso, y así te enseñamos la carta.

No las maté porque no mato, pero vamos, el tembleque que llevaba yo en el cuerpo por el tema del juicio sin saber yo nada, andaba extrañadísima con ganas de hablar con el abogado (le había dejado 3 perdidas en el móvil y no me contestó) 

Cuando entro en el universo de pañitos de ganchillo (suerte que no me preguntaran porqué yo no tenía puestos los que ellas me dieron), lo primero que me recibe es un olor a perfume cargadísimo y acto seguido me trae la carta de la ¡¡¡Junta de Andalucía!!! tenía que ir a la administración antes del día dos para aclarar un tema suyo. ¡Joder, qué susto!

Yo: - Esta carta nada tiene que ver con el juicio ¬¬
Señora 1: ¡Cómo que no! mira, ahí pone Juicio Andalucía
Yo:- No mujer, pone junta. 

Resulta que tienen la maravillosa costumbre de ignorar utilizar las gafas de vista, entonces cuando reciben una carta acaban inventándose las palabras según su imaginación. A mí me metieron el susto en el cuerpo, pero a ellas las dejé con tema de conversación por lo menos, ¡hasta el domingo!
Hace un rato me llamó el abogado y menos mal que yo ya sabía de qué iba todo, sino el se hubiera quedado tan extrañado como yo. ¡Vaya película!


Voy a seguir estudiando que me queda un poquito. Que paséis buen fin de semana.

jueves, 12 de enero de 2012

Cuando todo el mundo te mira y tú sabes porqué

Lo que tiene la vida es que la mayoría son días normales, días en los que te dedicas a vivir sin que ocurra nada extraordinario. No tengo ni un día igual en el trabajo, mis jefes (que son hermanos) son como zipi y zape con 60 años más. Esta mañana, el jefe1 venía enfadado porque su mujer no le había puesto el café con sacarina.

Jefe1: - Ya verás como hoy no me salen las cosas, me he levantado con el pie izquierdo, ea!
Jefe2: - Jajaj, chiquillo! haber puesto el derecho!
Jefe1: - No estoy para chistes, eh? Nina tanto con la sacarina,tanto con la sacarina, pues hala, ponme sacarina! y dice que se le ha olvidado y me he tomado el café más amargo que la quina!

Son así. Ninguno de los dos pueden vivir sin sus mujeres, ellas son chapadas a la antigua y les tienen muy consentidos, pero como alguna de las dos se enfaden lo que se escucha en la oficina es "uuhh, noo, ¡que xxx se enfada!" La verdad es que en la cena de Navidad me partí de risa viendo a los 4 en acción. Ya las conocía porque en verano me invitaron a un arroz por el cumpleaños de uno de ellos y me lo pasé pipa. Son como escenas de matrimonio pero en plan light.

Y por muy descabellado que parezca, finalmente jefe1 tenía razón, nada ha salido según lo planeado: nos trajeron un pedido equivocado, han anulado una visita en el último instante, se nos acabó yendo la luz... Al pobre le iba a dar algo y para colmo, el hermano, riéndose, decía: -¡mañana échale azúcar al café!, Dios Mío de mi alma, ¡vaya mañanita!

Cuando he salido, me pasé por el Dia y por el Lidl a comprar. Me pongo en la cola para la caja, coloco las cosas en fila por orden según pesan más para que sea más rápido meterlas en las bolsas (truco de A) y casi me pongo en posición de sprint ¡Nada! da igual como lo haga que la cajera coge una velocidad brutal y al final se me amontonan todas las cosas, nuevamente sin clasificar por peso, en el mostrador tan cortito que queda. Siempre me toca ponerme frente a los escaparates a ordenar de nuevo lo que he comprado. Como no tenía ganas de ir a Mercadona para comprar el papel higiénico, lo he comprado en el Lidl, pero no quedaban paquetes más pequeños y he salido de la tienda con un bolsón enorme. Sólo llevaba dos bolsas (y además pequeñas para el papel) entonces llevaba las bolsas y el paquete de rollos aparte. 

No es que tuviera la sensación de que me miraban, ¡es que me miraban de verdad! Qué vergüenza, todo el mundo va a pensar que soy una cagona. Iba cruzando por el parking sin levantar casi la cabeza del suelo para no darme cuenta y un chico que salía del coche y yo nos hemos chocado... ¿puede haber algo peor que se te caigan las bolsas y que él acabe recogiendo tu paquete de 24 rollos de papel higiénico? Os lo digo yo: NO. A todo esto me he puesto a dar vueltas por el parking haciendo tiempo para que se alejara y poder llegar a mi coche que estaba frente al suyo. 

(Bendito Skype)

A: -Marina, entiendo que te dé vergüenza porque a mí también me pasa, pero tooodo el mundo usamos papel higiénico, así que no haces nada que no sea normal.
Yo: - Sí, todo el mundo usa papel higienico, pero ¿por qué yo nunca veo a nadie con paquetes de rollos, eh? Yo creo que la gente los compran a escondidas
A: - Jajaja, ¿te imaginas cruzarte la ciudad para ir a otro supermercado a comprar cosas que nos dan vergüenza?
Yo: - Mira, qué buena idea: yo compraría allí las compresas, el papel higiénico, las cuchillas de afeitar, los típicos condones "por si acaso" que nunca se usan y los tubos de galletas del príncipe de bequelar
A: - ¿las galletas por qué?
Yo: - Porque si en el mismo supermercado compro 4 paquetes juntos está claro que pensarán: ¿no va a estar gorda con tantas galletas?
A: - ¿Qué sabe nadie si vas a hacer una fiesta?
Yo: - Jajaj, sí,  la fiesta de las galletas y las acelgas...

¿Qué os da vergüenza comprar a vosotras? ¿cambiaríais de supermercado para comprar algo que os da vergüenza? 


miércoles, 11 de enero de 2012

Octubre, Noviembre y Diciembre

Los tres últimos meses del año han sido extraños, grises, silenciosos, como vacíos. Entre lo que le pasó a C y que A estuviera tan lejos, nos tenía muy mustias. B vino para los puentes de Octubre, Noviembre y Diciembre. Pero no hacíamos nada extraordinario a parte de quedar juntas y hablar por Skype con A

El día que llegaron a Zurich se encontró en el aeropuerto con un antiguo cliente que la reconoció al instante y la saludó con muchas ganas. Le preguntó qué hacía allí y A por temor a que la gente de su antiguo trabajo se enteraran pues no le dio muchos detalles, pero el hombre le dio su tarjeta personal. Después de pasar dos duras semanas buscando vivienda, decidió llamar a este hombre por si él conocía de alguien que alquilara un apartamento. La sorpresa llegó cuando el señor le dijo que entre sus muchos negocios tenía una serie de propiedades en la mejor zona de Zurich para alquilar a ejecutivos. Los precios eran (como prácticamente todo en Suiza) prohibitivos y aunque tanto A y SuperA se enamoraron a primera vista de los apartamentos, sufrían porque no podían pagarlos, lo que no sabían es que este hombre estaba muy agradecido por una operación financiera que gestionó A con gran acierto y discrección, así que les hizo una super rebaja al precio del alquiler sólo para que ellos pudieran pagarlo. La primera noche chillaron y lloraron de alegría. Al principio me parecía todo un poco exagerado, pero cuando vi fotos y por skype el apartamento, aluciné, alucinamos todas y comprendí porqué chillaron. 

Mis Navidades han sido completamente atípicas, no he cogido vacaciones para que los demás se las cogieran en el trabajo y además, he estado en unos comedores para gente sin recursos todos los días, incluyendo los festivos y fines de semana. No me apetecía festejar las fiestas, quizás en parte para evitar recordar más facilmente lo de mi padre. Es una tontería porque no se me ha pasado ni un segundo, pero al menos ha sido muy gratificante ayudar un poco. También he llorado un montón a escondidas porque hay gente que lo pasa muy mal y eso es horroroso. Con la vuelta a la normalidad, aprovecharé yo para cogerme las vacaciones la semana que viene y así poder prepararme bien los exámenes de febrero. 

Desde aquí quiero desearos que 2012 os traiga tantas cosas buenas que sólo podáis sonreír ¡hasta dormidos!



Septiembre

Desde la noche del plantón del enfermero y del atracón de helado, C se había convertido en mi improvisada compañera de piso. Decía que no quería que yo estuviera sola, pero (aunque no dudo que fuera en parte cierto) creo que estaba muerta de miedo y la que necesitaba estar acompañada era ella. Venía de trabajar y se acostaba en mi cama haciéndose un ovillo, nunca la había visto así. 
Hablamos con una amiga enfermera (conocida de mi ya ex) que nos facilitó muy discretamente el contacto de un médico para ayudar a C, con pago a plazos. Hasta ese momento no había tenido oportunidad de reflexionar sobre la situación y no sabía muy bien cuál era la decisión correcta, pero me asustó y sorprendió llegar a la conclusión de que, si finalmente decidía visitar la clínica, no estaba mal. No es que intentara engañarme, sé lo que es ser un hijo en una casa con problemas económicos, una familia inestable... y no digo que la opción sea dejar de existir, pero si se puede evitar antes de que nazca que alguien sufra una vida inestable...  Barajamos entre todas la adopción, pero por un lado a C la hubieran echado del bar (ya lo hicieron antes con otra compañera) y todas pensábamos en el fondo que una vez pasado el embarazo y dado a luz no daríamos en adopción al bebé. 

A estaba ultimando la mudanza para irse, pero se había dado prisa para tener al menos 4 días libres antes de marcharse para apoyar a C. Ninguna sabíamos qué iba a pasar, pero tampoco le preguntamos y casi de manera automática íbamos las tres, sin hablar, a la clínica. Llegamos allí y nuestras caras tenían todas la misma pinta de cuerpo cortado, aunque todo el mundo fue muy agradable. Justo antes de llamarla a ella, cogió a A de la mano, me miró llorando y nos pidió que la sacásemos de allí. Tenía miedo y no quería hacerlo y le asustaban aún más las consecuencias de su reacción. Yo creo que las tres en ese mismo instante sentimos un alivio como cuando el lunes tienes examen y finalmente se suspende porque la profesora no viene o algo así. No hablamos, solo nos abrazamos y lloramos las tres juntas. 

Los siguientes días pasaron volando, A y SuperA nos cambiaban por Suiza y en el fondo B, C y yo queríamos que pasara como en las películas, que se bajara del avión y no volara. Eso no ocurrió. Se marchaban con todas las energías posibles para luchar por buscar su sitio. Y para mí es como si se hubiese marchado mi propia vida. Aunque C seguía conmigo, su actitud era distinta, estaba llena de vitalidad, mucho más feliz, ahora no tenía miedo. Iba a intentar trabajar mucho ahora para ahorrar todo lo posible. Yo tras tramitar mi vuelta a la Universidad, comenzaba mi curso escolar como mi pequeño Miguel y andaba buscando carpetas y bolis (siempre me ha gustado todo el material de oficina) y le sugerí a C el que dejara su piso y así se ahorraba el alquiler. Criaríamos juntas a nuestro bebé. En un primer momento lo rechazó alegando que no quería molestar más, pero esa misma tarde antes de irse a trabajar me dijo que sí que aceptaba. 

La tarde del día siguiente ya es historia: la pasamos en el hospital y no por mí. C había sufrido un aborto espontáneo y tenían que hacerle un legrado. Qué duro fue todo. No encontraba forma de poder consolarla y además, nunca la había visto llorar así y tampoco sabía qué hacer. 

C: -  "¡Fueron las botas!, decía llorando, ¡fueron las jodidas botas!"
Yo: - "Cariño, no debes torturarte ahora pensando en qué fue y qué no fue, necesitas descansar, así que por favor, intenta calmarte un poco porque tu cuerpo lo sufre"
C: - "Ya, pero es que el suelo estaba húmedo, como siempre, de las copas que se caen y yo pasé rápido a servir una mesa y me resbalé con las suelas de goma, pero no me llegué a caer. La impresión de que iba a caerme con una bandeja con 6 copas me ha hecho abortar, Marina, mi niño..." y tras un ahogado silencio dijo: - "ya no hay porqué dejar mi piso y vivir contigo"
Y vuelta a llorar, esta vez las dos juntas y abrazadas.