domingo, 19 de diciembre de 2010

Las películas favoritas

Me he dedicado a ordenar la casa. Pasándome tantas horas fuera no es que la desordene, pero se nota la carencia de organización, o el puntito que hace que el piso funcione correctamente. Hoy me he levantado buscando un café como loca y como ya no estoy acostumbrada a tomarlo, es como si me hubieran dado cuerda, lo he organizado todo en media hora. 

Cuando estaba en la empresa me bebía como tres cafés al día por lo menos y de máquina, que hay que echarles como 3 ó 4 azucarillos para notarle algún dulzor. Desde que trabajo con los niños, me tomo un Cola Cao y es como volver a la infancia pero mejor, porque si volviera a cuando era pequeña, no desayunaría con unos niños tan divertidos. A veces les sorprendo por las mañanas haciendo caras en un plato con frutas y ¡se lo comen todo! Intentamos hacerlo también con las acelgas para que las aceptaran, pero no coló. Los niños son tan listos que como pienses que vas a engañarlos, te sorprenden ellos a ti... 

El estar poco tiempo en casa por el trabajo, me viene bien para disfrutar de los fines de semana en el piso sin necesidad de que haya alguien conmigo. Cuando me mudé tenía miedo algunas noches, no conseguía dormirme y acababa viendo el canal en el que se atreven a venderte desde una alfombrilla que limpia hasta un alargapenes. Lo cierto es que es entretenido, pero al contrario de entrarme sueño, acababa con los ojos como platos. Sueño me entraba en Suiza, cuando fui a visitar a A

La verdad es que hay muchas cosas de ese viaje que no recuerdo no sé porqué. Ni iba borracha ni nada, pero si no tuviera fotos, hasta yo dudaría que estuve allí. Recuerdo que todo estaba ordenadísimo por la calle, impecablemente limpio, con gente muy alta y silenciosa.  Y las fondues de queso que nos comimos! eso sí que estaba rico, aunque desayunar era ya todo un festín, me traje un bolso en el avión ¡lleno de tabletas! 
A vivía en una residencia, por lo que para sentirme más espaciosa, decidí quedarme en un hotelito al final de la calle donde ella vivía. No entendía nada, la pronunciación me suena a masticar nueces con cáscara, pero para eso estaba A y su don de idiomas. Se echó un novio germano suizo guapo no, guapísimo tampoco, lo siguiente. Le pregunté un montón de veces si había hecho de modelo para algún perfume y aunque me lo negó, yo no lo tengo tan claro. Hacían una gran pareja y A estaba siempre exultante, pero ella dice que es todo: fue la época, el momento, el país en el que se sentía tan bien acogida. 
Nos pasábamos el día de excursión y como anochecía tan pronto, tenía la sensación de que me apagaban la luz para dormir. Descansaba como una reina, la cama era gigante y más calentita que la mía, que tiene doble edredón del Ikea. Pensándolo bien, creo que voy a dejarme de estufas y arrastraré mi edredón hasta el sofá. Hoy tengo muchas ganas de ver Matilda. Es una de las pelis favoritas que A y yo tenemos en común. B y C prefieren La vida es bella, pero es que yo, con tan sólo escuchar la canción, me deprimo... Creo que estoy mezclando pensamientos, no estoy concentrada, tendré que olvidarme de los cafés y quedarme con el Cola Cao

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